asun valet
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En 1969, cuenta Philip Ball en su ensayo La invención del color, los antropólogos Brent Berlin y Paul Kay propusieron una jerarquía de los colores en un intento de ordenar la confusión de categorías contradictorias que se deriva de la inexistencia de conceptos de colores básicos independientes de una cultura. En la secuencia de Berlin y Kay aparece en primer lugar la diferenciación entre luz y oscuridad, o blanco y negro; sigue el rojo y luego el amarillo o el verde, después el azul y gradualmente aparecen los colores secundarios y terciarios: marrón, púrpura, anaranjado, rosado y gris. Han sido numerosos los autores que han cuestionado la validez del citado esquema asentado en la antropología y la lingüística por considerar, entre otras razones, explica Ball, que no hay motivos para suponer que nuestra capacidad de distinguir colores esté limitada por la estructura de nuestro vocabulario; incluso, sostiene, podemos distinguir matices que no podemos nombrar. El lingüista John Lyons sugiere que lo más seguro es no llegar a ninguna otra conclusión que la de que los colores son un producto del lenguaje bajo la influencia de una cultura. 


En sus últimas pinturas Asun Valet pone nombre a los colores vinculándolos con las sustancias físicas de las que se obtienen, como hiciera Plinio, o asociándolos con determinados objetos. Su intención no es acentuar la presencia de ese color específico en el espacio del cuadro, donde los nombres en inglés se insertan adheridos o cosidos directamente sobre el lienzo, sino descubrir un color que en un momento determinado del proceso de elaboración del cuadro quedó al descubierto y que finalmente permanece oculto. No en vano, ¿qué es la pintura de Asun Valet sino la permanencia fértil de lo indefinido, que transita entre lo visible y lo invisible? ¿No son sus pinturas sino esbozos, ajenas a resultados definitivos por estar atentas a los estadios de un proceso fecundo en tentativas que animan a seguir operando? El esbozo, escribió Merleau-Ponty: "No nos procura un mundo expresable y pensable más que a través de las perspectivas parciales que ese mundo desborda por doquier"; es decir, que percibimos de manera esbozada. Como en los cuadros de Asun Valet, atravesados por la alternancia de trazos y gestos que aparecen para luego desaparecer en un espacio donde lo oculto y lo manifiesto, lo visible y lo invisible, se confunden y extinguen en virtud de un movimiento constante, indefinido y siempre renovado.


A una mínima distancia o junto a estos espacios pintados en los que domina la acción intuitiva que modela mediante el gesto y el color imágenes sin forma, Asun Valet organiza el color mediante estructuras modulares ordenadas en armónicos escalones cromáticos con el ánimo de propiciar nuevas relaciones formales y hallar aquello que resulta tan complicado de figurar.


Chus Tudelilla, 2013
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